De formación y deformación

¿Qué es formación? ¿Y tú me lo preguntas? Formación eres tú.

El tiempo pasa y sigo pensando lo mismo, que la formación es darse forma a uno mismo. Podemos ir a cursos, seminarios, charlas, conferencias, grados, posgrados y más lejos de los grados... pero al final, lo que queda, es lo queremos que quede.

Es fácil aprender rápido y olvidarse más rápido de lo que hemos aprendido, pero cuando algo nos intersa... ¡Ay, cuando algo nos interesa! Lo aprendes y no lo olvidas. Forma ya parte de ti.

Hay muchos ejemplos de cómo los adultos olvidamos aprendizajes. Uno de ellos es el inglés si no lo usas, por ejemplo. Quizás nos sirvieron en un momento, quizás solo para aprobar un examen o incluso aprobar un carnet,  pero con el tiempo desaparecen o quedan en un rincón oscuro de la memoria que nunca visitamos.

A eso me refiero. Podemos aprender algo para olvidarlo después. Es cierto que lo hemos aprendido, pero desde luego, no lo hemos "aprehendido", "cogido", "asimilado" a nosotros. Por tanto, aunque es cierto que aprendemos, también es cierto que olvidamos.

¿Qué queda de lo aprendido? Ahí está lo importante, en mi opinión. Lo que queda es lo que cada uno considera que se tiene que quedar. Es como un castillo de arena que haces perfecto, viene la ola del mar que es el tiempo, pasa por encima del castillo y se retira ¿qué queda? Algo, pero no el castillo.

Ese algo es nuestro aprendizaje, el que resiste al tiempo, el que queremos. Y ese algo es el objeto de la formación. Así que, como fomadores, sabemos que es el alumno el que va a darle forma a su aprendizaje, pero nos toca a nosotros inspirarle, ofrecerle herramientas, abrirle caminos, solucionarle dudas, darle seguridad, evaluar sus capacidades, retarle para que entrene... ¡Ay, qué fácil sería solo darle conocimientos!

Y pasa el tiempo y sigo pensando lo mismo, formación eres tú.